jueves, 15 de diciembre de 2011

La cita es en la ducha.


David se alistaba para bañarse, se quito los zapatos y lo calcetines, continuo con el pantalón, deslizándolo lentamente por sus piernas, dejo los bóxer que le cubrieran sus genitales. Se quito la playera y acaricio su dorso con un ligero rose sobre su cuello y cabello.

Tomo una toalla y se metió a la regadera, colgó la toalla, abrió la regadera y templo el agua. Se introdujo en ella con todo y bóxer, le agradaba la sensación del agua sobre su ropa y esta a su vez sobre su piel joven y lisa. El agua corría de su cabeza a los pies, erizando los vellos de las piernas y brazos. El agua formaba una ligera cascada en sus bien formadas nalgas.

Acariciaba, su cuello, su torso, sus brazos, mientras el agua le caía justo por arriba de la cabeza y ésta le llevaba un mensaje a cada uno de los rincones de su piel y al oído le decía algo.
De pronto, escucho que abrieron la puerta del baño, el cerro los ojos y no dijo nada, después la puerta corrediza de la ducha se movía, David, sólo dio la vuelta y no se inmuto, mientras su dorso le daba la bienvenida a su compañero. Éste lo tomo por la espalda y le beso el cuello, con sus manos largas y gruesas lo abraso de la cintura y le mordió la oreja. David sonrió y le pidió que siguiera. Su compañero bajo un poco y beso su espalda lisa y húmeda. David gemía.  

Su compañero le susurro al oído: quiero estar dentro de ti, David volteo la cabeza y con una media sonrisa le dio el sí. Su compañero tomo su bien dotado miembro, caliente y ansioso y lo metió despacio al sitio que lo esperaba desde ya varios minutos. David, sintió su llegada y sólo dejo salir de su boca un ligero quejido. Mientras aquel lo embestía una y otra vez, mientras sus manos descubrían los rincones nunca tocados por unas manos masculinas de David. Tocó con su lengua el cuello y nuca de David, su torso sobre su espalda le decía que ahí estaba que no iría a ningún lado. Sus brazos le decían que lo amaba y que estaría con él. Las embestidas se intensificaban al ritmo de los gemidos de David.

David tomo su nuca y lo acerco más a su cuerpo ansioso y desesperado por recibir más de aquel compañero. Mientras él, lo besaba y acariciaba una y otra vez por cada centímetro de piel.
De pronto ambos llegaron al clímax, juntos, como nunca. Al ritmo de un delicioso quejido ambos sabían que el fuego del deseo había cumplido su fin.

David abrió los ojos que hasta ese momento los había tenido cerrados y volteo para ver a su amado y se dio cuenta que no estaba, que otra vez se había ido antes de que él le pudiera ver. No importaba, tomo su toalla y se comenzó a secar mientras sonreía, sabía que cada vez que él quisiera, su compañero estaría con él. Pues sus citas siempre eran en la ducha.


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